♥ - A mis dos Ángeles


Los vivos nacen de los muertos,
del mismo modo que éstos nacen de aquéllos.



Ayer estabas triste y me gritabas:
¿Por qué te fuiste?
Nunca me fuí,
siempre he estado aquí.

Me hice de mil formas para poder seguirte,
para en tu adversidad sonreirte,
para mis poemas decirte
y con todo mi amor vestirte.

Ahora soy feliz porque siempre estaré contigo:
En el amanecer, en el atardecer,
en la brisa, en el perfume de las flores
y en el rocío que las cubre al alba.

Seré tu ángel, tu guía y tu abrigo;
seré tu luz, tu vida y tu calor en el frío,
si es que aún tú quieres.
Ahora soy felíz porque siempre te veré.


Nunca de tí me apartaré …
Cada vez que veas un arcoiris … me verás,
cada vez que vuelen las palomas … conmigo volarás
y cada vez que me llames … mi voz escucharás.

Eres parte de mí: La continuación de mi historia,
de mi amor, de mi felicidad…
Mientras sigas sonriendo y palpitando,
mi corazón seguirá viviendo
y para tí como el pájaro, seguiré cantando…


(13-6-2009)  (30-5-2012) Por siempre en mi corazón.

♥ - Cara o Cruz


El destino ayuda a quien lo acepta
y arrastra a quienes se resisten.



-Quiero que dejes volar tu fantasía, quiero descubrir hasta donde llega tu atrevimiento.
-Quieres decir... que tengo carta blanca, sobre tu cuerpo?
-No, "listillo" quiero decir, que estoy "hartita" de escuchar lo mucho que me harías sentir, y luego todo queda en palabrerías...Su tono era provocador, ella lo sabía.
-Mira te propongo un juego... Tiraré una moneda al aire si sale cara ganas tú...Y tú decides donde vamos y que hacemos. Si sale cruz, seré yo la que decida que hago contigo esta noche, ¿vale?

Nuevamente volvieron a reír y con un gesto de aprobación dijo él:

-Venga lanza la moneda, pero recuerda si gano esta noche, mando yo, y tú harás todo lo que yo quiera.

La noche era perfecta, un manto de estrellas encima de ellos, era testigo de su juego.

-Entonces dijo ella, ¿estás de acuerdo?, si sale cara decido yo... si sale cruz, decides tu.

Volvieron a reír... ella pensó por un momento, en las ganas que tenía de besarlo, de que sus brazos le abrazaran, de notarlo pegadito a ella.

-Lanza la moneda al aire pesada...Dijo él, deseoso de ver lo que esa moneda dictaba.

La moneda algo pequeña para esa oscuridad de la noche, fue a caer debajo de aquel banco de piedra. El asomándose la recogió.

-Presiento que esta noche alguien ha perdido el juego.

No hubiera hecho falta ningún juego, para darse cuenta que el ganador se llevaba el mismo premio. La estancia era confortable... El deseo de pasar aquel momento juntos, era reciproco, estaba anunciado. Las caricias que compartían, eran una comunicación entre ellos, de sensaciones y sentimientos hacia la otra persona. Pero esas miradas mientras se acariciaban, esos piropos susurrantes, era todo un juego de placer, que provocaba en ella, suspiros y palabras entre cortadas al oído de él.

-No me gusta perder en el juego, pero reconozco que en esta ocasión no me importa pagarte tu premio.
-Ah ¿si?...pues esto acaba de empezar...Sus labios se juntaron mezclando sus sabores y por un momento, el tiempo se paro para ellos.

La apuesta era ella... y el premio se lo estaba cobrando. Tumbados en la cama, el encima de ella, recorriendo cada centímetro de su cuerpo, su rostro, sus manos, sus brazos. Su cuello, (su punto débil) y su pecho, todavía tapado por su blusa de color rosa. Sus manos se deslizaron por aquella prenda que le impedían tocar su piel, a continuación por su espalda, para desabrochar y dejar al desnudo todo su cuerpo.

 La acariciaba con una tranquilidad y suavidad que le hacía temblar y vibrar. Al mismo tiempo, estaba intensificando ese momento y mirándola a los ojos, él podía ver lo que le gustaba.
Mientras, las manos de ella se perdían por su espalda, por su pelo, por todo su cuerpo. Desvistiéndose el uno al otro, sin prisas, poco a poco... jugando al amor.

-Quiero oír de tus labios que me quieres, dijo él, mientras sus cuerpos eran uno.

La intensidad del placer, empezaba a invadirles aumentando a pasos agigantados. Con los ojos sin quitarlos de su mirada...
Al oído y bajito le responde;

-"No, no te lo diré".
-Yo he sido él ganador de este juego, y ahora que te tengo casi tocando él cielo quiero oírtelo decir.
-¿Casi tocando el cielo? vaya creído... mientras decía esto, un ¡Ay! se le escapaba... Sólo te lo diré si tú lo dices primero.

Las palabras brotaban entrecortadas, acompañadas de algún jadeo y de algún gemido. Sus caricias, sus besos, aumentaban a cada segundo y sus respiraciones anunciaban el final del juego del amor. Las palmas de sus manos se unieron en ese instante...
Justo en ese mismo momento de placer completo, de sus bocas salió un "te quiero", acompañado de sus nombres. La noche era oscura, la luna descansaba, no estaba presente...

-Buenos días preciosa.
-Buenos días cielo.

Al fondo de la habitación, una mesa decorada con un jarrón en el centro, de rosas, (casualmente la flor preferida de ella) y un desayuno completo, donde el zumo de naranja (colado sin pulpa), no podía faltar.

-¿Cara o cruz?
-Cara, dice él
-Pues yo elijo… MM....a ti, pega un saltito hacia su cuello y dice- cruz "que eres mi cruz"... Un castigo para mí.
-¿Por qué me dices eso?
-Por qué no te voy a dejar marchar nunca... ¿me escuchas?... NUNCA.

♥ - Ojos Tristes


¿Sabe lo mejor de los corazones rotos?
Que sólo pueden romperse de verdad una vez.
Lo demás son rasguños


En la inmensidad de la noche oscura, cuando ni la Luna se atreve a brillar por no interrumpir, cuando la brisa es gélida, y el silencio se cierne, dos amantes se balancean como si todo el amor estuviera en ellos.

El es orgulloso, majestuoso, potente, imperecedero. Defendió a su pueblo no dejando pasar a sus invasores, y escondió en sus entrañas a quienes se escondían de la injusticia.

Ella es dulce y fuerte a la vez. Rebelde. Sabe cuidar de sus gentes, sabe amar. Inspira canciones y poesías. Y también maldiciones cuando el destino la hiere y se vuelve violenta y salvaje y su grito desgarrador se oye muchas millas tierra adentro. Tiene el poder de atraer las almas, las encanta, las embruja. Siempre vuelves a ella..... Porque el día que la miraste te robó un cachito de corazón. Se convierte en compañera cuando en tu soledad buscas refugio, en tu confidente cuando nadie más te escucha. Es leal, siempre está para ti. Porque eres parte de ella.

Cada noche, la mar se acerca a su acantilado, suave, dulce.... se mete por sus grietas con esa fuerza arrolladora de ser joven para siempre. El acantilado la sonríe arrugando su nariz y dejándose querer. “Demasiado tiempo sólo”, dice para sí. La mar juguetona le cuenta mil historias sobre los marineros que navegan sobre ella, como les atrae la pesca a sus redes si son buenos...... y como se enfada con ellos hundiendo su barcos y sus vidas cuando no la respetan.

El acantilado sabe que un día su ola no volverá, que se hartará de su inmovilismo y querrá volar al país donde los sueños se cumplen. Pero es demasiado tímido para decirla que la quiere, que no puede vivir sin ella. Demasiado orgulloso para que ella le vea sentir debilidad, llorar.

“Soy fuerte, poderoso”, se dice a sí mismo. “No necesito una ola rebelde y caprichosa para ser feliz”, se repetía sin cesar. Y el miedo a ser feliz, el miedo a perder lo único que le hacía sentir, hizo que cada noche fuera más fría que la anterior.

Un día, desde sus travesuras, la ola jugó a estrellarse entre los brazos de su amado como cada noche, y en vez de caricias recibió un silencio. La ola pensó, “algo he debido de hacer mal”, pero por más que pensaba y pensaba no recordaba nada.

Al llegar la noche, una noche negra y fría de invierno, la ola, temerosa de la reacción de su acantilado, se acercó muy despacio, y le susurró en su vaivén: “Dime que me quieres y seré tuya para siempre”. El acantilado temeroso de entregar su alma, dijo simplemente: “No puedo”.

Entonces la ola se enervó violenta, desgarrada, dolida en su alma, asustada pero rebelde, gritó: “Anjana, hada de los bosques cántabros, llévame contigo, ya no quiero ser mar”.

La Anjana, desde la cúspide del acantilado, le dijo, “Olita, medita tu decisión, si te llevo conmigo nunca jamás volverás al mar, ni serás parte de él”.

“Llévame contigo, hada, llévame”, gritaba mientras miraba a su acantilado, que con el alma rota esquivaba aquellos ojos de princesa triste. El silencio se hizo entre los dos. Y ella partió, convertida en una pequeña personita de mirada ausente. Partió para siempre, buscando su sitio en el universo, tenía que haber un sitio donde sus ojos volvieran a brillar como antaño, como cuando hacia cosquillitas al único ser que le hacía feliz.

Y vagó por el mundo, despacito, fijándose en todo y siempre sentía que no estaba en su sitio, ella.... ella era ¡mar! pero el mar ya no la quería, no había lugar para ella en el que fue su mundo.

Conoció gente, se enamoró o creyó enamorarse, más bien necesitaba llenar ese vacío que estaba tan arraigado en su corazón. Tenía tanto amor dentro, tanto para dar que se le salía del alma. Pero su acantilado..... Qué lejos estaba.

Ni un solo día de toda su vida dejó de recordar la mirada de su amado, porque seguía siendo su amado, ni un solo día sin recordar cómo él la reñía cuando jugaba con los marineros, él como ella se sentía protegida en sus grietas en las largas noches.

Ni un solo día de su vida, dejó el acantilado de pensar en ella, ni un solo día dejó de odiarse por dejarla marchar. Y cerró su corazón, nadie más entraría en él.

Pasaron los años, muchos, demasiados, y una personita se acercó a su cumbre. La noche era apacible, cálida para ser abril, bajo despacito por sus agrestes rocas, trabándose el vestido. Le resultaba familiar. “No debería hacer esto, se va a caer”, pensaba el acantilado. Por dos veces se estiró para que sus pies encontraran una roca donde pisar.

Se sentó en un saliente, con los pies colgando, y mientras una lágrima rodaba por sus mejillas, gritó: ¿Por qué no me quisiste? Y dando un salto se tiró desde la punta de la nariz de acantilado al mar.

Cuentan las leyendas que el grito del acantilado se oyó en kilómetros y que su Anjana protectora la convirtió en ola antes de tocar el duro y pedregoso fondo del mar.

En el sitio donde ocurrió todo esto..... Hay una placa que dice:

“Lo que no dices, se queda sin decir. Lo que no hagas se queda sin hacer. “

Los marineros del lugar cuentan que en las noches de abril, todavía se puede oír el lloro de una niña junto al latir de un acantilado.

♥ - Vampiro o Donante


Cuando aprendas las elevadas matemáticas del dar y recibir amor,
encontrarás que al dar, ganas.
En el acto de dar, te haces más y más rico


Desde un punto de vista egoísta la respuesta parece clara, pero acaso no te sientes más lleno cuando eres tu el que quieres?

El estado perfecto, el del 50 % de querer y el otro 50 % de ser querido, es el que deseamos todos, pero cuantas veces lo logramos?

Como todas esas cosas que no son mesurables, saber que te quieren igual que tú quieres parece un algo imposible, y debe ser así para que nunca des menos de lo que puedes dar.

Poder controlar ese porcentaje podría dar paso a la relajación sabiéndote en posición dominante y eso no puede ser bueno para una relación afectiva.

Desgraciadamente, aunque incontable, siempre hay una de las dos partes que quiere más a la otra persona, teniendo una dependencia afectiva superior y por tanto influenciable a todos los elementos externos que componen una relación de una manera más sensible.

No es fácil saber que es mejor, habrá personas que se sientan mejor cuando pueden querer a alguien incluso aunque no sean correspondidas.

Otras en cambio no pueden vivir sin notar el afecto, son vampiros de los sentimientos.

No se trata de tener que elegir, en principio todos queremos tener los dos lados, pero como te sientes mejor, cuando te quieren aunque tú no, o cuando quieres aunque no seas correspondido de igual manera?

Cuando quieres sientes cosas que te pueden llegar a llenar, cuando te quieren y tú no, llenas tu ego, pero poco más.

No quiero elegir, tengo muchas ganas de querer y de que me quieran, soy vampiro y donante.

Y tú?

♥ - Esencia de Amor



El hombre en su esencia no debe ser esclavo,
ni de sí mismo, ni de los otros, sino un amante.
Su único fin está en el amor.


¿Con qué colores dibujo la esencia del Amor?
¿Con qué palabras describo tal maravilla en un verso?

En las rosas y en la brisa, en el monte y la pradera, en los ríos y en las aves puedo ver el sentimiento.

En los ojos de los niños y la sonrisa de amigos, en los días con sus noches y el azul del ancho cielo, puedo ver el sentimiento en las hojas y en las manos, en la bella mariposa posada sobre la flor.

Puedo ver como renace en poemas y en canciones, llenando los corazones de singular alegría, tocando con su armonía el más triste de los rostros, para quedarse allí y tornarlo en poesía.

El Amor cruza fronteras, no entiende nada de idiomas, Él comprende que la vida es mucho más que riquezas, es el dueño del camino cuando vas camino a casa, con la palabra segura de que sientes el amor, para tu fiel compañera o tu amado que te espera, para los niños que buscan un pedacito de cielo, perdidos por esas calles sin hallar ningún consuelo.

El Amor deja sus huellas por donde quiera que pasa, llenando los corazones de recuerdos muy bonitos, y el canto de pajaritos cerca de tu ventana, anunciando una mañana donde puedes comenzar.
No dejes que se te escape una ocasión para amar, deja que tu mirada diga aquello que sientes, al vecino, a la familia, a los amigos de siempre.

El Amor tan primoroso, tan sutil y tan genial, que va rompiendo cadenas y va librando las almas, está allí en el pensamiento de cosas buenas y justas, en la dicha de tenerte y de mirarte tan cerca, en los anales del tiempo cuando apenas aprendía a correr por esos campos en busca de tu armonía.

Amor toma mis manos, mi vida entera es de ti, guíame en ésta senda por donde nace la aurora, enséñame sin demora como amar y nunca odiar, dale fuerzas a mi alma para siempre compartir, lo poquito que yo encuentre a lo largo del camino, que cada pedazo sirva para ayudar al vecino, a todo aquel que suspira o siente que ya no existe, vísteme con tus ropas y tu manto de humildad, para que pueda yo ser refugio contra los vientos.